Suite española 5
>> dimarts, 28 de desembre del 2010
328 Lennox Avenue. He soñado repetidamente con esa dirección desde mi encuentro con el hombre con andares de ave zancuda de documental de la 2.. Me veo en una amplia avenida en Harlem, un paseo desangelado con anchas aceras donde me cruzo con gente cargada de bolsas. No distingo si llevan comida o quizás un vestido para una fiesta de compromiso. Son bolsas sin glamour, por lo que deberia ser lo primero. Aunque en Nueva York, las bolsas de comida también pueden tener tanto o más glamour que cualquier tienda de moda. En mi sueño recurrente, siempre ando en la misma dirección y siempre veo a la misma gente cargada con las mismas bolsas Apenas hay coches circulando. Parece domingo. Sí, debe serlo, pues las viejas van muy endomingadas . Supongo que van a la iglesia. Un taxista me para y me dice que me puede llevar a un sitio donde lo pasaré muy bien y sin pensarlo dos veces, me voy con él. En el interior, una pequeña pantalla repasa las noticias del dia: Michelle Obama ha cocinado una omelette para los niños homeless de Riverside, Hillary Clinton anuncia oficialmente que va a someterse a una operación de cambio de sexo y Paris Hilton ha cobrado a un emir de paso por NY doscientos mil dolares por una felación. Lo normal. El taxista me dice que he llegado a mi destino. Pero solo veo un callejón oscuro y estrecho. Le digo, ¡eh, amigo! ¡ésto es un fraude! ¿Aquí es donde lo voy a pasar bien? Pero el taxista se ha pirado y ya está demasiado lejos para oir mis quejas.
Sigo andando. Me siguen mis propios pasos, los conozco. Por eso no tengo miedo. De repente, al final de la callejuela, veo una silueta que me resulta familiar. Falsa alarma. Nadie .Camino. Pienso que, definitivamente, el taxista me ha tomado el pelo. Empieza a nevar y cuando elevo la mirada al cielo para comprobar la intensidad de la precipitación veo un gran anuncio en un viejo edificio, medio borrado por el paso del tiempo, de cuando la publicidad se pintaba directamente sobre los ladrillos rojos de los rascacielos. Y ahí és donde siempre me despierto, siempre en el mismo punto, siempre con la misma imagen. La misma de siempre, la que me persigue desde una carpeta gris, agazapada debajo de un coche, perdida en la noche, perdida en mi sinrazón, en mi locura que me tiene en vilo dia tras dia, dia tras noche. Ave zancuda, carpeta gris, abrigo XL.
Sigo andando. Me siguen mis propios pasos, los conozco. Por eso no tengo miedo. De repente, al final de la callejuela, veo una silueta que me resulta familiar. Falsa alarma. Nadie .Camino. Pienso que, definitivamente, el taxista me ha tomado el pelo. Empieza a nevar y cuando elevo la mirada al cielo para comprobar la intensidad de la precipitación veo un gran anuncio en un viejo edificio, medio borrado por el paso del tiempo, de cuando la publicidad se pintaba directamente sobre los ladrillos rojos de los rascacielos. Y ahí és donde siempre me despierto, siempre en el mismo punto, siempre con la misma imagen. La misma de siempre, la que me persigue desde una carpeta gris, agazapada debajo de un coche, perdida en la noche, perdida en mi sinrazón, en mi locura que me tiene en vilo dia tras dia, dia tras noche. Ave zancuda, carpeta gris, abrigo XL.
1 comentarios:
M'han agradat les notícies del dia, i la narració en general. Encara que m'hauré d'esperar per conèixer el contingut de la carpeta.
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