Suite española 1

>> dimarts, 6 de juliol del 2010

No estoy a gusto con mi familia. No es ninguna novedad, creo que nunca hemos tenido una relación fluida. Ya de pequeña, mis padres me hacian poco caso y solo cuando hacia una diablura tremenda, solo entonces, se acordaban de que tenian una hija. Cuando lograba algun sobresaliente también se acordaban. Aunque poco. Mi padre, gran melómano, solía regalarme un single con dos temas en cada cara, el no va más, a 45 r.p.m. Siempre eran discos que le gustaban sobre todo a él, porqué a mí me alucinaban Los Beatles y no Bruno Lomas, que me gustaba casi nada, o nada directamente. Pero eso a mi padre le importaba un comino y cuando me regalaba el disco para el equipo mono-aural, no paraba de gesticular y gesticular diciendo que su niña valia un potosí (convencido que para entonces sus minas de plata aún debían dar algunos réditos) y eso bien merecía una buena dosis de música y alegría en la casa.

Bruno Lomas sonaba y sonaba durante días hasta que misteriosamente el disco desaparecía. Nunca supe muy bien cómo. Sospecho de mi madre, pero claro está, ella nunca lo admitió.

Se conocieron cuando mi madre trabajaba en unos grandes almacenes, en una sección dónde el objeto más sexy era una faja de blonda. Nunca supe muy bien como mi padre llegó hasta ese lugar, pero el caso es que mi madre se enamoró de ese hombre barbilampiño y miope, relamido y prepotente. Bien al contrario, mi madre era una mujer guapa que podría haber aspirado a mejores pretendientes, una mujer lúcida, inteligente y valiente. Nunca entendí como con ese fondo, llegó a convertirse en la persona timorata y gris que es ahora. Pero tampoco entiendo que vió en mi padre. Aunque a su favor diré que era un hombre de discurso seductor que atrapaba con su palabrerío a menudo superfluo pero magnético a audiencias variadas. ¿Cómo les encandilaba ? Nunca supe muy bien de donde sacaba aquel arsenal de anécdotas divertidas ni de donde sacaba un hombre con tan poca formación, material para construir aquellas historias disparatadas pero tan bien hurdidas. Encajes de bolillos con vocales y consonantes para tejer viajes y construir fantasías.

También tuve un hermano, pero ese niño nunca llegó a crecer, quizás asustado del porvenir que le esperaba con esos padres. Y digo que nunca llegó a crecer porqué eso es lo que hizo : se quedó aparcado en algún lugar a donde nunca he podido llegar y de ahí nunca despegó. Mi madre , lejos de escuchar a su marido que le aconsejaba llevarlo a un especialista, siguió tratando a su hijo como un niño durante el resto de su vida.

Siempre he deseado tener una familia normal, con un padre normal y una madre normal. Incluso con un hermano o dos, normales. Gente con la cual pelearme y alegrarme, con la que refugiarme cuando fuera hace frío. Gente a la cual reprocharle cosas, con la que contar en los momentos duros y con la cual reirme en los buenos tiempos.

Pero solo tengo un disco de Bruno Lomas que mi hermano encontró debajo de la alfombra verde del desván, cuando jugábamos, el otro día, al escondite.

5 comentarios:

òscar 6 de juliol del 2010, a les 18:27  

La família no serà ordinària però l'apunt és, de veritat, extraordinari.

LEBLANSKY 6 de juliol del 2010, a les 22:44  

Fantabulós! El nou Mainoestard se supera post a post :)

el paseante 11 de juliol del 2010, a les 20:55  

És una història molt ben narrada, però molt dura.

El final, però, és esperançador.

llum 12 de juliol del 2010, a les 0:36  

Gràcies paseantes, venint de tú, com sempre et dic, és un honor.

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