Suite española / 8

>> dimarts, 25 de gener del 2011

A Luisa no había cosa que le molestase más que dejar un recado en un contestador. No concebía que al llamar a alguien, ese alguien no se pusiera al teléfono. Por eso, después de llamar al despacho de Daniel, montó en cólera. Estaba harta de que le diera largas con el asunto que llevaba tiempo entre manos. 
Luisa Torres estaba en la sesentena.Era el tipo de mujer a la que ,en según que círculos, se refieren como a "la marimacho". No sabia si se encontraba cómoda con la definición, o por el contrario , estaba más que harta de desmentirla. Lo cierto es que no fue hasta bien entrada la cincuentena que descubrió que lo que de verdad queria era ser un hombre. 
Jamás habia salido con una mujer. 
Tampoco con un hombre. 
Nunca se atrevió a dar el primer paso para iniciar una relación. Ni siquiera durante la etapa del peace and love ( que le pilló en Menorca) fué capaz de enrollarse con ningún ser humano.  Ni siquiera en esas circunstancias fue capaz de empatizar con nadie. Ni los chilums, ni el afgano ni la maria hicieran mella en ese espíritu blindado al roce físico. Mientras fue joven no vio que su manera de ser, su comportamiento, pudiera resultar extraño, así que continuó durante muchos años sintiendo necesidad cero de compartir un arrumaco, una caricia, un beso. Pero los años fueron pasando. Y llegaron los días en que una carpeta perdida por un pingüino imberbe con patas zancudas de ave zancuda de documental de la dos, le recordó lo bien que le hubiera ido tener un par de huevos para romperle el cuello.
Con esa idea en mente, Luisa se subió al terrado a fumarse un cigarro, uno de los únicos lugares donde nadie le miraba como un bicho raro por semejante afición. Desde el Raval más profundo, la medida de las cosas era distinta. Nada parecia igual desde allí. Y sín embargo el barrio seguia con el mismo olor, con las mismas fijaciones, con el mismo historial. En los portales, sin embargo, se movia el dinero de una bolsa de basura a  otra y de allí, tomaba un destino incierto. Los billetes cobraban vida y se erigian en juez de un futuro terrible, donde nada era inocente.

2 comentarios:

el paseante 28 de gener del 2011, a les 2:01  

M'has fet pensar en l'alcaldesa d'una ciutat de la costa mediterrània :-) I amb aquests portals del Raval, on es mou el diner clandestí, he pensat en la novel.la del Xavier Bosch: "Se sabrà tot".

llum 28 de gener del 2011, a les 7:36  

Ostres, ara que ho dius, la meva Luisa si que té una retirada "Barberà",però no era l'intenció.I pel que fa al "Se sabrà tot", també tens raó, ho recorda una mica. Però tampoc no era la meva voluntad. No és intent de plagi, valga'm déu! Però aques dies me l'has fet recordar tu amb el post que vas fer per dimarts de sang. Però això ho vaig incorporar (i fa molta por, la veritat)d'una xerrada que vaig tenir fa temps amb una persona que viu al carrer Sant Pau i que ha vist més d'una vegada aquestes transaccions al portal de casa seva mateix.
I ara recordo que un any i mig després d'haver fet la novel·la, la ficció d'en Bosch gairebé es materialitza quan es va fer pública l'amenaça d'un atemptat al metro de la zona de la vila olímpica, durant la Mercè. Ja ho diuen, ja, que la realitat supera la ficció.

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